Quizás «oníricos» puede ser una palabra pretensiosa pero por el momento no he encontrado una mejor.
Muchos collages los inicio sin muchas ideas en mi cabeza y comienzan a fluir de forma natural en su construcción. Las imágenes comienzan a aparecer y a construir paisajes en los que me puedo hundir y descubrir mis emociones. Otras veces no aparece ¡nada! y eso es lo que más me gusta porque se transforman en los portales para que cada una de las personas que observan la obra puedan entrar y descubrir sus propios paisajes, sus propias emociones.

No recuerdo cómo, pero un día me encontré con la obra del estadounidense Andrew Wyeth y descubrí en sus escenas pequeños mundos llenos de melancolía y me sumergí en mis propias imágenes para reinterpretar algunas de sus creaciones.

A veces me gusta provocar con mis trabajos con una mirada crítica de nuestro entorno. El ojo ácido a veces se abre y recibe la información de una parte de la sociedad media podrida y el collage se transforma en el medio ideal para reflejarlo.